Ya hemos comentado en este blog alguna vez que el término subrogación de hipoteca se usa para dos situaciones: cuando compras una vivienda ya hipotecada (ya sea a la inmobiliaria que la construye o a un particular) y te quedas con la parte que quede por pagar de dicha hipoteca o bien cuando quieres cambiar de hipoteca de un banco a otro. En esta ocasión vamos a hablar de la primera acepción en el caso concreto de comprar una vivienda nueva y querer subrogar la hipoteca a la inmobiliaria.
Hasta hace poco la subrogación era prácticamente automática. Dabas una señal por el 20% del valor de la vivienda (muchas veces dividido en plazos, ya que se empezaba a pagar la señal cuando se empezaba a construir y se terminaba antes de la entrega) y el resto del dinero, el 80% del valor de la vivienda, se obtenía al subrogar la hipoteca a la inmobiliaria. Esto tiene ventajas respecto a conseguir una hipoteca nueva, ya que hay menos gastos, aunque como explicamos hace tiempo, hay que estudiarlo con detenimiento.
El problema es que con la restricción de crédito debido a la crisis financiera, la subrogación ya no es automática, ya que las entidades bancarias están poniéndose más serios con los requisitos para que te concedan una hipoteca o te la subroguen. Hace un estudio financiero de las personas que quieren comprar la vivienda y deciden que no se la conceden. La gente se queda en la estacada y sin posibilidades de comprarse la vivienda (puesto que si una entidad no te lo concede en una subrogación, con menos gastos, lo más normal es que nadie te la de).
De hecho, en el artículo de El País que se comenta este nuevo fenómeno se comenta que una importante constructora de España con más de 2.000 viviendas en venta cerró el pasado trimestre con unas ventas negativas de 20 unidades: no es que no hayan vendido nada, sino que algunas incluso han sido devueltas por rechazo del banco.
Además muchas inmobiliarias están siguiendo una estrategia para atraer clientes que complica aún más las cosas. Piden una entrada más pequeña, para que más gente se anime a comprar. El problema es que después de ir pagando todos los meses la entrada, a la hora de formalizar la venta realmente no se ha llegado a pagar el 20% del precio de la vivienda, y los bancos ahí son inflexibles: no hipotecan más del 80% de la vivienda sin aval.
La cosa se complica…
Vía | El País