Todos habíamos oído hablar de las camas calientes, esos pisos donde se comparte un mismo lecho entre el que tiene un trabajo nocturno, como vigilante jurado, descargador del mercados, aparcacoches de discoteca o cuidadores de ancianos, con otras personas que tiene trabajo de día, como albañiles o asistentas.
Hoy nos llega un nuevo concepto, el “piso patera”, un piso compartido que acepta tantos residentes como sea posible meter, de forma que suelos y pasillos se trasforman en lugares donde “descansan” personas hasta alcanzar una concentraciones de personas insalubre e incluso peligrosa, en caso que ocurra cualquier incidencia que obligue a desalojar la vivienda con urgencia.
No es solo que unos emigrantes, no olvidemos personas, tengan que vivir en condiciones que debemos considerar sin exageración de inhumanas, sino que además el vivir sin la más mínima comodidad y exento de la menor intimida, crispa los nervios y las personas sujetas a tal circunstancia, se vuelven agresivas y pendencieras, de forma que cualquier motivo de disputa puede transformarse en una bronca peligrosa.
En medio de ese mundo viven otras personas, los antiguos vecinos del inmuebles, que sin tener culpa de esa triste situación, ven cambiar de la noche a la mañana, el ambiente de su vecindario, incluso de su barrio, creándose situaciones cada vez mas tensas, hasta que estallan en protestas como las que nos relatan en un post anterior.
Parece que es entonces cuando las autoridades despiertan de su sopor y buscan medidas de urgencia, que en vez de atacar las causas en su raíz, atacan los efectos como si con ello fueran a solucionar los problemas. No digo que los buitres que se aprovechan de estos pobres emigrantes, no se merezcan algún castigo, pero multar a las “viviendas pateras”, no puede ser la solución de la caótica política de inmigración que este y los anteriores gobiernos, siguen desde que eliminaron, sin sustituirlas adecuadamente, las leyes de inmigración y fronteras que existían años atrás.
Pensar que esos emigrantes viven así por gusto, es una tontería, basta con preguntar a nuestros abuelos, por qué dormían debajo de los mostradores de las tiendas que les daban trabajo en Cuba o Venezuela, para saber, cual son las causas reales de esta situación. La mayoría de los emigrantes que llegan a España, de forma legal o ilegal, sin conocimiento del idioma y sin un trabajo seguro, traen unos ahorros, que puede que en su país sean una pequeña fortuna, pero que transformados en euros, necesitan de la más draconiana economía, para estirarlos hasta conseguir los primeros ingresos obtenidos con su trabajo.
Si tienen, la inmensa suerte de conseguir rápido los “papeles” y acceder a un trabajo con contrato legal, pasará aún un largo mes, a partir de entonces, antes de recibir el fruto de su trabajo, ¿de que comen hasta entonces y donde van a vivir?. Cierto es que seres sin escrúpulos se aprovechan de la situación para alquilarles la “cama caliente” o el “piso patera”, pero no lo es menos que esos “hogares” son lo más que pueden pagar los emigrantes.
Si cerramos esos lugares y les obligamos a pagarse una pensión económica, o un piso compartido en condiciones razonables, les abocamos a conseguir dinero extra que no podrán obtener, si no es acudiendo a alternativas como la prostitución o el robo. Quizá así solucionemos un problema ciertamente desagradable que hoy soportan ellos y sus vecinos, y creemos otro mucho más grave que padeceremos todos, incluidos también los vecinos de los “pisos patera”.
Solucionar de raíz el problema, es conseguir la llegada no planificada y organizada de los inmigrantes, que no olvidemos, necesitamos al menos de momento como mano de obra. Ningún inmigrante debería llegar a España, sin tener previsto un trabajo y un lugar donde dormir, aun que fueran ambos muy modesto. Los ciudadanos que han dado lugar a los altercados son de nacionalidad rumana, país que hemos aceptado en la Comunidad Europea y como tales tiene el derecho de desplazarse allí donde crean que pueden ganarse la vida mejor. Los gobiernos europeos sabían que esto iba a pasar, ¿por qué no establecieron unas cláusulas en el momento de la adhesión que facilitaran la emigración de los rumanos, pero de una forma planificada y ordenada?.
¿Que pasos ha dado el gobierno para evitar los problemas de la emigración ilegal? Pocos y sin resultados. Mientras tanto, vende los cuarteles, vacíos desde que finalizó el servicio militar obligatorio, que hubieran podido utilizarse de forma racional como dormitorios de recepción de emigrantes hasta su instalación definitiva en el país, para recalificar el terreno y construir viviendas, cosa que si otro cualquiera hace con solares de una fábrica obsoleta, no duda nuestros gobernantes de tachar de especulación despiadada. La conocida Ley del Embudo.