Es bastante común que haya viviendas con varios propietarios, normalmente por herencias, y esto normalmente se convierte en un problema. De hecho, la probabilidad de que se convierta en un problema crece con el número de propietarios (tíos, sobrinos, hermanos, etc.). Y es que tener una vivienda compartida con tanta gente es incómodo para disfrutarla, casi imposible de vender llegando todos a un acuerdo y aún así hay que hacer frente a los gastos derivados de la propia vivienda.
Es por tanto importante saber que la legislación española dispone que una sociedad no se puede mantener en contra de los deseos de uno de sus socios. Es decir, en este caso, si uno de los socios quiere deshacerse de su parte, está en su pleno derecho.
La forma de actuar más correcta para ello, tanto en el plano económico como en el de relaciones familiares, es comunicar al resto de propietarios la intención de vender la parte de la propiedad, y preguntar si alguien estaría dispuesto a comprarla.
Si esto no llegara a buen fin, ya sea porque nadie esté interesado o porque las cantidades ofrecidas no se ajustan a lo esperado, siempre hay empresas que compran parte de viviendas, aunque a precio menor que el de mercado.
Y como última solución, ya que la ley nos ampara, se puede ir por vía judicial, y se produciría una subasta y reparto del dinero obtenido según la proporción de vivienda que posea cada propietario. Esta solución, a la que siempre se puede recurrir, es posiblemente la que menos dinero genere y la que deje las relaciones familiares en peor situación. Pero es importante saber que siempre se puede recurrir a ella.